grabado en madera
(1960)
En esta obra Escher combina dos técnicas: por un lado, la partición regular del plano con un patrón combinado de ángeles y demonios, blancos y negros, que rellenan la escena sin huecos; por otro, el «límite infinito» de un modelo de disco de Poincaré. Este disco permite abarcar el infinito en un círculo de tamaño limitado, gracias a la geometría hiperbólica, en la que a medida que un punto se aleja del centro, es cada vez más pequeño.
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