Por orden del papa Julio II, Miguel Ángel comenzaba en mayo de 1508 a decorar la bóveda de la Capilla Sixtina (1.100 m²). Entre el período de 1508 a 1512.
A Miguel Ángel no le agradó este encargo, y pensó que su trabajo era sólo para satisfacer la necesidad de grandeza del Papa. Sin embargo, hoy la bóveda, y especialmente El Juicio Final, es apreciado como los mayores logros de Miguel Ángel en la pintura, considerando que esta técnica debió adquirirla especialmente para este trabajo, ya que él tenia dominio sobre la escultura.
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